Es de todos conocida la clásica norma de que el asiento del conductor está bien reglado cuando nos permite accionar los pedales sin necesidad de estirar completamente las piernas y que, al estirar los brazos, las muñecas quedan en la parte alta del volante sin despegar la espalda del respaldo. Sin embargo, a pesar de la norma no lo hacemos bien ni como conductores ni como pasajeros.